Callo y me grita el
Silencio.
Y vuelo lejos del lugar donde mis pies
llevaron mi cuerpo
sin pedirme permiso primero.
Y lloro por sentirme herido
con la sangre escurriéndose entre mis
dedos.
Callo por no gritar de impotencia ante
tantos atropellos.
Y el callar, el no gritar hace que el
silencio se rompa en mi cerebro,
se estrelle contra mis células
produciendo un bing bang
que se expande sin control en mi
reducido universo.
No es el silencio que me ayuda a
sosegar mis pensamientos.
¡NO!
para no escuchar los gemidos de tantos
niños
con bombas destruidos,
bombas que fabricamos nosotros
en estos ricos países de euros,
rublos, dólares y libros.
Vuelo lejos, no se que siento,
no sé que hago, no sé que pienso
solo sé que nada de esto quiero.
Un mundo hermoso y en Paz es lo que
sueño.
Un sistema donde la libertad y la
justicia sea lo primero,
es por lo que actúo, es lo que anhelo.
Un mundo donde la palabra hermano cobre
su valor verdadero.
Hoy mis pies me llevaron a sentir
la muerte del grito que ensangrentó
mis dedos.
Yo callo. Me rompe este silencio por
dentro,
me desgarro en mis propios tormentos.
¿para no oir las bombas que creamos en
este infierno?
Sé que también soy Cielo,
pero mis pies se empeñan en seguir
sintiendo el infierno.
Lange Aguiar. Octubre 2019