Creando, construyendo, disfrutando lo que somos, experimentando lo que escribimos...

Bienvenido al blog de Lange Aguiar.
Disfruta y crea, ¡TÚ TAMBIEN PUEDES HACERLO!.
Está permitido emocionarse, llorar, reir y, sobre todo SER, COMPRENDER y VIVIR.

28 oct 2009

OLORES




Inocente Juego de Campamento

Sentado en medio de un círculo de doce personas amigas, tú entre ellas amada mía, estaba yo. Mis ojos vendados por un antifaz negro. Casi dos horas llevábamos haciendo un típico juego de campamento, solo que los que estábamos allí éramos adultos de mediana edad. Un juego de tocar u oler a la persona que se acercaba al centro y adivinar quien pudiese ser. Si lo descubrías la persona reconocida se ponía en el centro. A mí me tocaba adivinar quien era por el olor. Llevaba oliendo a cuatro personas y no había acertado ninguna, pero estaba tranquilo. Sabía que cuando llegases tú, te reconocería de inmediato por lo que me aportas, por lo que compartimos, por lo que me tienes enamorado y por ese olor tan peculiar de tu piel que sabría distinguir aún bajo el agua. Ese olor tan especial que me enamoró de ti desde la primera vez que mis labios besaron los tuyos, que mi lengua sitió y saboreó tu cuello, temblando de placer por ese regusto que tu piel dejo en mi boca. Esa mezcla de olor entre lavanda y agua de rosas que desprende tu cuerpo permanentemente. Pero llegó ella antes que tú y la reconocí enseguida. Sin dudarlo un momento dije su nombre y acerté. Ya en nuestra cama, y tú algo enfadada, me preguntaste como pude adivinar tan pronto su nombre. Note un atisbo de celos que me hizo soltar una enorme y alegre carcajada pero a la vez irónica y burlesca, que tú, después, compartiste al terminar de oír mi respuesta: -cariño no fue su perfume ni su olor a piel sedosa lo que hizo que adivinara quien era, no, fue su profundo y permanente mal aliento.--- jajajaja. Juntos reímos mientras nos metíamos bajo las sábanas a seguir experimentado nuestros mutuos y placenteros olores.
Lange Aguiar

25 jul 2009

LA INDIFERENCIA





















Lo que más daño hace al amor no es el odio, del que siempre nos han dicho que es su antagónico, es la indeferencia:

La indiferencia
de los que creen que no se puede hacer nada para construir un mundo mejor, mas igualitario, basado en la justicia social y fundamentado en el concepto de humanidad globalizada: todos iguales, pero diferentes.
La indiferencia
de los que piensan que es imposible cambiar este mundo de poder y desigualdad y porque “carecen de medios” para hacerlo.
La indiferencia
de los que sienten que no va con ellos el hambre y la muerte cada cuatro segundos, de un niño/a menor de cinco años en la tierra por falta de alimentos, de los inmigrantes que mueren queriendo alcanzar el “paraiso”, de los desplazados por los conflictos bélicos…
La indiferencia
de los que piensan que son los demás, los gobiernos, los estados, o las organizaciones internacionales, las que tienen que cambiar las cosas.
La indiferencia
de los que se dan la vuelta cuando hay una manifestación reivindicando más democracia, más solidaridad, la mejora de las condiciones medioambientales, mas sostenibilidad en el planeta, el cambio del sistema económico por uno más solidario…
La indiferencia
de los que se ponen corazas y gafas para no sentir ni ver lo que acontece a su alrededor y así no enamorarse de la puesta de sol, no alegrarse de las estaciones del año, no sentir la necesidad de dar las gracias por respirar cada mañana, no descubrir la mano alargada de los que piden pan al doblar cada manzana.
La indiferencia
de los que no buscan sonreír, de los que no pueden ni quieren abrazar o ser abrazados, de los que no saben perdonar o perdonarse.
La indiferencia
de los que no ponen medios para crecer, para descubrirse, para sentirse, para saber quienes son de verdad y el papel que, él, ella o los demás, juegan en este mundo.
La indiferencia
de no reconocer el dolor, el sufrimiento, la enfermedad... como parte de nuestro aprendizaje humano y que se puede superar porque son el producto de nuestra proyección egoísta, insolidaria y desestructurada de la vida que tenemos o vivimos.
La indiferencia
de los que no buscan, no se molestan en compartir, no se preocupan de la tierra, no se interesan por la política, les da igual las competencias, se callan ante las injusticias o se insesibilizan ante las guerras o la economía basada en el consumo, las industrias de la muerte o la explotación abusiva de los recursos de la tierra.
DEJAR DE SER INDIFERENTES, ES RECUPERAR EL PROTAGONISMO DE NUESTRA VIDA, RECONOCER EL ROSTRO DEL AMOR Y SER COMO UNA PIEDRA LANZADA A UN ESTANQUE CUYAS ONDAS LLEGAN A TODAS SUS ORILLAS.
Lange Aguiar

1 jul 2009

PAPEL DE SANGRE


“El viaje de Rosa”
Cerró los ojos y respiró profundamente. Seguía con él en sus brazos y viajó lejos, muy lejos de aquel lugar tenebroso y sombrío. Un silencio atronador la rodeaba hasta asfixiarla y por eso quiso salir de allí buscando imágenes que pudiesen pacificar su dolor y aliviar el llanto de su atormentado cerebro. Era demasiado cruel lo que había vivido en las últimas horas. Demasiado para soportarlo, pero allí estaba en medio de aquella soledad, con aquel olor a sangre, sintiendo la muerte reinar y apoderarse del lugar, sobrecargando y enturbiando el ambiente. Rosa cerró sus ojos con fuerza y viajó con su amado Manuel a una casa de campo en el sur de Francia. Los dos allí abrazados, en medio del prado de flores que rodeaba aquella ansiada casa, situada cerca del mar de Port La Nouvelle. Estaba abrazada a su joven esposo que la besaba intensamente. Ella, con los ojos abiertos, le miraba con dulzura y disfrutaba de aquel beso como si fuera el primero. El aire del mar llegaba hasta ellos, envolviéndolos. Unas gaviotas volaban a su alrededor. Quería olvidar la crueldad de la guerra. Buscó que su mente la transportara a un futuro más hermoso, que construyera una realidad más feliz que la que tenía delante. De pronto, el beso de Manuel se volvió extraño, lo sintió con dolor, como despidiéndose de ella. Los labios de Manuel estaban fríos, muy fríos y esa sensación le estremeció el cuerpo. El cuerpo de Manuel se le evaporaba, se alejaba de ella, se despedía, se envolvía en una extraña bola de luz desapareciendo ante su casa soñada que también se evaporaba. Rosa quiso seguir con sus ojos cerrados, recuperar aquella visión, aquel sueño inicial, aquella casa soñada que comprara su padre para ella desde hacia mucho tiempo. Quería seguir abrazada a Manuel, sintiendo sus labios. Quería buscar imágenes en las que pudiera verse escapando con Manuel de España; saliendo del cuartel militar de Melilla; liberando a su amado por una orden del Generalísimo que personalmente había ido a buscar a Burgos, y que su padre, un Teniente Coronel del círculo del Ex¬-Capitán General de Canarias, le había conseguido. Pero su cerebro cerró momentáneamente cualquier viaje a la imaginación, al deseo de no sentir, de no vivir, de no experimentar la realidad del presente momento. Abrió los ojos. Estaba sudando y temblando; no tenia fuerzas para salir de allí. No soportaba la visión de tantos rostros ensangrentados; de tantos ojos mirándola sin pronunciar palabra; de tantos rictus de dolor reflejados en sus caras. No quería mirar…y no podía dejar de hacerlo, era superior a sus fuerzas. Bajó la cabeza y, con todo el esfuerzo del mundo, solo fijó su mirada en la mirada ausente de Manuel. Volvió a ordenar, con todas sus fuerzas, que su mente la llevara lejos; que imaginara otro lugar y le ayudara a salir de allí no saliendo…
Una música de fondo le acompañaba mientras bajaba aquella escalera que tantas veces había bajado de niña. Ahora era una mujer hermosa, sonriente, vestida de blanco. Iba del brazo de su padre. Todo estaba dispuesto para casarse con el amor de sus sueños. Se vio bailando en el cielo. Estaba cabalgando sobre nubes viajeras en brazos de Manuel, sintiéndose reflejada en la mirada limpia de su amado. El mar apareció ante sus pies, rebosante de barcos veleros de inmensos colores, llenos de vida, de gente, de alegría… Las playas estaban abarrotadas de gente ¡eran sus playas canarias llenas de luz! Eran las playas de su isla natal que tanto echaba de menos. Sintió sus pies humedecerse con la espuma de su playa negra de Icod. Volvió a sentir el abrazo dulce de Manuel; sus manos acariciando su piel en el mar y sus labios besando todo su cuerpo. Pero, de pronto, el mar se volvió rojo. Los labios de Manuel volvieron a estar fríos, muy fríos. Todo se volvió oscuro y triste. Las silenciosas lágrimas bajando por su rostro le devolvieron a la realidad de la cárcel militar en la que estaba. Sus brazos sostenía, tal Piedad, a Manuel muerto. Rosa estaba, desde hacia 20 horas, rodeada de otros 37 soldados fusilados. A su lado un papel mojado, ensangrentado, con la orden de libertad de Manuel. Una orden que sus carceleros, sus verdugos, no llegaron a cumplir, por una contraorden que llegó esa noche a las tres de la mañana -fusiladlos a todos, os lo ordena Franco- . Rosa perdió su miedo. Rosa quedó atrapada en su sueño, no regresó de su ansiada casa de Francia. Rosa voló para siempre a un recóndito lugar de su mente y murió, abrazada a Manuel para siempre, en el hospital Psiquiátrico de Melilla en el año 1978. De sus manos cayó un viejo papel ensangrentado con unas casi elegibles letras: “Orden de libertad para el Teniente Manuel Díaz , de la cárcel militar de Melilla. Burgos, año de 1938”
LANGE AGUIAR

22 may 2009

DESDE CANCUN, DESDE LA LAGUNA


Desde Cancún llegan las palabras...Ama a todas tus hermanas y hermanos...
Soñando con días en que el sol brilla con suavidad; depositando toda su dulzura sobre la tierra, que la llena de luz y de amor, realidad vivenciada a cada paso; con cada lagrima de sal se ven pasar los años, pero es el moskito el que te despierta, succionando tu sangre para sobrevivir, necesita de ti, alguien necesita de ti, pero a ti te duele, sangras y gritas, no se merece tal bendición y por eso muere en solo un gesto...

La luz se refleja en tus ojos, veo amor, veo entendimiento, te veo a ti y en ellos me reflejo yo... Gracias por ser como eres, por ser libre de elegir como vivir, porque solo
en esa plenitud de entendimiento puedo volar, puedes volar... El ser que eres, hace que pueda ser como soy, por eso te amo, porque me amo y a ti te trataré como a mi mismo quiero tratarme... el lazo que no es nudo, palabras mudas que hablan mas con miradas, con lagrimas y con sonrisas. Disfruta con lo que haces, vibrar en esa frecuencia te hace mas fuerte, segura....

El perro quiere salir de la casa, ¿qué hago? ¿le dejo libre? o ¿lo retengo?
Dudar es bueno. Sigue tu corazón y camina con firmeza, aunque sea en la oscuridad... ¿queda? …¡tu propio ser interior, sin piel y sin vestiduras...! A veces las cosas ocurren por algo. Aprendamos qué son las marcas del camino y porqué están ahí... Eco de Ecos ¿verdad hermano? Sopla el viento y tú lo respiras, agradece ese soplo de vida en silencio es solo para ti……………………........................................ fuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuusuuuuuuuuuuuuuuiiiiiiiiiiuuuuuuuuu.......

El perro ya se calmó, lo ves... calma, todo se pone en su lugar, el universo es perfecto; está en total armonía aunque nos cueste entenderlo...
Gracias a mi Padre, a mi Madre por traerme a este mundo y dejar que lo disfrute en plena libertad. Miguel, Pily, les amo profundamente les llevo en mi corazón cada día.

Madre Tierra.
Palmas de piedra
ya no quiebras con el amor

Padre Sol
hoy tu calor
no es abrasador
solo tiemblas

Tu luz ilumina
cada tramo de vida
y te guía
a cada paso que das

Sonriente te ves
no dudes
de que después
todo sea violeta

Los amo por siempre, los llevo a todos en mi corazón, nos vemos entre
sueños, en las estrellas y en los ojos que reflejan el color del corazón...
Hasta prontito!!
YRICHEN BENCOMO DESDE CANCUN, México, 22 DE MAYO DEL 2009


DESDE EL INFINITO PUNTO DE LUZ QUE SOMOS
Y QUE PROYECTAMOS EN ESTA SANTA EXISTENCIA
VIVIDA EN LA MADRE TIERRA
TAMBIEN TE AMAMOS
TE SENTIMOS EN CADA PORO DE NUESTRA PIEL,
TE RESPIRAMOS EN CADA NOTA DEL UNIVERSO
PORQUE TÚ TAMBIÉN ERES COSMOS Y ENERGIA DE LUZ,
FUENTE DE AMOR.

GRACIAS POR REGALARNOS TUS GESTOS,
TUS PALABRAS.
POR ENSEÑARNOS LAS COSA SENCILLAS DE LA VIDA
POR HACERNOS PARTICICIPES DE TU GRAN RESPLANDOR
ERES FARO DE LUZ PARA TI Y PARA EL MUNDO
Y LO ERES DESDE LO MAS SENCILLO,
PORQUE ASÍ SE EXPRESAN Y PROYECTAN
LAS GRANDES COSAS DEL AMOR
Y ASÍ, SIN SABERLO, PERO SÍ SIENTÉNDOLO,
LO PLASMABAS EN TUS BELLOS CUADROS QUE PINTABAS EN SALAMANCA. FAROS DE LUZ RODEADOS DE MAREAS,
DE OLAS, DE MAR DE CLAROSOSCUROS
PERO EMERGENTES
Y FUERTES COLOCADOS EN SU LUGAR.

TE QUEREMOS HIJO Y ESTAMOS SIEMPRE CONTIGO,
ACOMPAÑANDOTE ALLI DONDE ESTÉS
SIGUE AMANDO, DESCUBRIENDO, ABRIENDO TU CORAZÓN,
EXPANDIENDO TU ENTENDIMIENTO,
VIVIENDO LO INFINITO EN CADA MILISEGUNDO
PORQUE ETERNA ES LA ENERGIA PURA QUE ERES
Y ALEGRE ES LA EXISTENCIA QUE AHORA TIENES
BESOS HIJO
LANGE AGUIAR DESDE LA LAGUNA (Tenerife) 22 de Mayo 2009

16 feb 2009

SILENCIO



El TODO o la NADA


Cierro los ojos. Me duelen estos pensamientos. Son ruidos de mi mente que producen vértigo y me marean. Cojo mi cabeza. Tapono mis oídos y nada, sigo con mis ruidos. Voces que ordenan. Verbos que producen huellas. Palabras que se encasquillan en los recovecos del cerebro. Pensamientos que labran barrancos por los que fluyen desbocadas mis emociones buscando el mar que las calme. Siento explotar en mi boca racimos de letras inconexas, desperdigadas, buscando el sentido una tras otra y no lo encuentro. Se desparraman ante mi y no se como controlar sus ritmos, sus tiempos, sus reglas.

Libero mis manos de la presión que ejercen en mis oídos. Siento dolor por su fuerza. Apoyo mi cabeza en el respaldo de mi cómodo y viejo sillón, el mismo con el que tanto viajó, creó mi madre y mojó con lágrimas que solo ella comprendía. Siempre pensé, secando sus lágrimas, que era por sentir la ausencia de los no presentes, por aquellos que habían partido a la mejor habitación de su casa más ansiada. Ahora soy yo el que estoy aquí sentado. Con la cabeza apoyada y la boca entreabierta tratando de secuestrar con dificultad el aire y encerrarlo para siempre en mis cansados pulmones. Pero él se empeña en salir siempre y vuelvo otra vez a buscarle para encerrarlo de nuevo. Se que algún día va a cansarse y no volverá a querer entrar y yo no haré nada para irlo a buscar.

Con mucho esfuerzo abro los ojos y el blanco del techo me hace daño. ¿Dónde estoy? ¿Qué siento? ¿Quién Soy? Respuestas que no encuentran palabras. Pensamientos que buscan recuerdos en el vacío, en la nada. Verbos con órdenes que buscan despertar imágenes dormidas y que cuando débilmente surgen se difuminan por los miles de pasillos del gigantesco laberinto en el que me encuentro. Un frío intenso me recorre el cuerpo mientras un enorme ruido se instala en mi mente. Un río descontrolado baja por los surcos de mi curtido rostro. ¿A dónde van a desembocar tantas lágrimas? ¿porqué nadie hay que las seque y acaricie mi cara?

No puedo mover el sillón. La cabeza no responde a la orden de alzada. Mis brazos no pueden secar mis lágrimas y siento el mar desbordándose bajo mis nalgas.

¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿por qué nadie responde a mis llamadas?
¿de donde surge este ruido que no identifico con ningún sonido y ninguna palabra? ¿de donde viene esa luz que inunda el techo, me acoge, me eleva y me lanza a una No Nada. Vuelvo mi rostro hacia el suelo y me veo allí con mis ojos abiertos y sintiendo como el aire ganador ya no encuentra su familiar entrada.
LANGE AGUIAR

2 feb 2009

MIEDOS


LA VELA Y MISIFÚ

Aguanto mi respiración. Sé que mi hermano pequeño se lo va a pasar mal, pero sigo adelante con mis intenciones. Estoy escondido tras la cortina de la puerta grande de mi casa, una casa vieja y de muros gruesos. Estoy en la entrada que da a la sala de estar, bueno esa es por lo menos el uso que se le daba, porque realmente era también habitación por las noches, pues en ella dormían algunas de mis hermanas. Somos once hermanos y había que buscar sitios para todos., aunque tres de ellos ya se habían ido a Venezuela. Mi hermano pequeño, que en aquellos momentos tenia cinco años, yo siete, entraba al salón con una palmatoria en la mano pues todo estaba a oscuras. No teníamos en casa luz eléctrica, eso era privilegio de unos pocos vecinos en nuestro barrio. Tinito había cogido una vela para entrar a coger unas papas, que mi madre le había mandado a buscar. El no quería ir. Le asustaba mucho la oscuridad de aquél salón tan grande y solitario. Yo había oído a mi madre y Salí corriendo a esconderme. Me subí como pude sobre la tranca de hierro de la puerta, pues todo estaba a oscuras, colocando la cortina de tal forma que me tapara por completo. Tinito entró muy despacio al salón. Me contuve en mis movimientos. No quise hacer ruido y no expulsé el aire de mis pulmones, hasta casi ahogarme. Tinito se acercaba lentamente. Sentía su respiración jadeante. La palmatoria le temblaba en sus manos. Su rostro algo desencajado miraba a todas partes. Yo le observaba por la pequeña rendija de la tela descosida que hacía de cortina. La oscuridad me salvaba de ser visto Sabia que iba a hacer algo ruin pero no me detuve. Y de pronto hice un ruido profundo con mi garganta expulsado todo el aire retenido que me estaba ahogando, mientras movía con mucha fuerza la cortina. Yo mismo me sorprendí oyéndome. Mi hermano gritó, tiró la palmatoria contra el lugar donde yo me encontraba y salió corriendo gritando por mi madre. La vela cayó al suelo y casi prende fuego a las cortinas. La apagué como pude saltando inmediatamente de mi escondite. En esos momentos sentí un cosquilleo en mi estómago. Me puse muy nervioso. Oía a mi hermanito gritar y a mi madre calmándole, ella ya se imaginaba que yo había hecho algo a mi hermano. Nos llamaba zipi y zape pues siempre estábamos buscándonos y haciendo travesuras. Empezó a llamarme. Me acerqué muerto de risa, tratando de ocultar mi nerviosismo por lo de la vela. Le expliqué que sólo era un juego. Mi hermano entonces empezó a insultarme y a reírse desencajadamente, supongo que para liberarse de lo que había sentido previamente, consiguiendo, con ello, que mi madre también lo hiciera. Como castigo me mandó a buscar a mi las papas, pero a oscuras, sin vela alguna. Entré en el saló de nuevo. El olor de la tela quemada aún lo envolvía todo. Como pude me acerque al rincón donde mi madre guardaba las papas, tropezando con algún mueble, En la distancia oía a mi madre hablar con mi hermano y eso me tranquilizaba un poco. Cuando creí que ya estaba en el lugar adecuado alargue mis manos y lo que sentí estremeció mi cuerpo. Un frió interior me produjo escalofríos y grité. Grité con todas mis fuerzas. Quise salir a tropel de allí. y tropecé con el sofá del salón. Caí al suelo mientras aquello saltaba sobre mí espalda. Volví a gritar y gritar descontroladamente llamando a mi madre. Un fuerte maullido me devolvió a la realidad. Misifú, mi gato negro, salió como alma que se lleva el diablo del salón. Me puse a llorar sin control, con un sentimiento extraño de rabia y alegría por lo que había pasado. Tinito y mi madre entraron llevando el quinqué de petróleo y al explicarles, como pude, lo ocurrido, solo atinaban a reírse sin siquiera ayudarme a levantarme. Yo estaba en una posición ridícula, con los pies en alto y el cuerpo caído entre la mesa y el sofá y eso era lo que les hacía reír. Al final pude ponerme en pie y, sentándome en el sillón, me uní a sus risas. Había experimentado en mi propia carne, y de forma mucho más cruel, lo que quise hacerle a mi hermanito. Llorando y riendo abracé a los dos mientras mi madre, en silencio, me acariciaba la cabeza y me hermano me cogía las manos.
LANGE AGUIAR

27 ene 2009

LÍQUIDOS


¡PARA LA CAMA MAMÁ, PARA LA CAMA!

Te miro a los ojos mientras termino de beber una buena copa de vino en nuestra boda. El reflejo de tu mirada me traslada momentáneamente a otro lugar, a otro tiempo.

Desde que amaneció sentí que el día iba a ser diferente. Desde mi cama podía sentir los nervios de mis hermanas, el revuelo en la cocina de mi madre y el griterío de la gente en la calle. Me levanté rápidamente, sabía que ese día iba a ser muy especial. No me quería perder nada de lo que estaba ocurriendo desde tempranas horas de la mañana. Mi pequeño barrio era una fiesta. Se respiraba alegría. Se olía a ropa nueva. Las chicas más jóvenes cuchicheaban en la esquina de mi calle, justo al lado de la venta de doña Carmen, contándose los secretos de lo que se iban a poner esa tarde. Sus madres iban de casa en casa buscando los platos, vasos, copas cubertería…de los ajuares viejos, esos que se guardaban en las alacenas de todas las casa y que solo se sacaban de allí para algún acontecimiento importante y lo que se preparaba para este día lo era. Mi vecina, la alegre y hermosa Lola, se casaba. La costurera del pueblo. La que tanto cariño tenía por mi familia. La bella Lola celebraba la primera boda a la que yo asistiría. En mis nueve años de vida no había conocido ninguna novia. No había vivido una boda. No había experimentado esa emoción contenida en la vecindad, en mis amigos. No había olido tanto a ropa nueva, ni sentido tan cercano el coqueteo de la chicas, No conocía la profunda solidaridad y generosidad de los vecinos y vecinas para ayudar en los preparativos de tal acontecimiento festivo, desempolvando los muebles, sacando los mejores manteles calados y bordados que guardaban con tanto celo; organizando y llevando mesas y sillas a casa de Lola para los invitados. Guisar las papas, amasar el gofio, y cocinar el pescado salado con el aromático y fabuloso encebollado, labor en la que mi madre se entregó a fondo. Y, por supuesto, buscando las mejores botellas para llenarlas de vino blanco, “del sabroso vino de ICOD” ,- era lo que les oía decir a los mayores cuando lo bebían, mientras jugaban al envite en casa Carmen-. Vino blanco que desde aquel día me seria muy difícil olvidar, por todo lo que viviría después.

Al caer la tarde comenzó la ceremonia. Las lágrimas desbordadas de la madre de Pedro, el novio de Lola, los gemidos contenidos de Doña Carmen, la ventera. La sonrisa de mi madre, los sollozos de Doña Consuelo, la abuela de Lola. Y sobre todo la radiante y feliz cara de la joven costurera, son recuerdos que no me abandonan. A todos los niños y niñas nos pusieron juntos en una mesa del patio, bajo un gran parral. Yo era el mayor de todos ellos y no me sentía muy a gusto.. Junto a nuestra mesa pusieron la mesa de los más jóvenes. Al final me senté con ellos Me gustaba oír sus historias, sentir sus risas y experimentar sus sensaciones. Bebí con ellos. Era mi primera vez. Bebí y bebí sin control. No conocía bien ese “sabroso sabor”. Ellos me ponían un vaso tras otro. Al final me hicieron beber una mezcla de cerveza y vino que me amargó el estómago mientras se reían a mandíbula abierta por la expresión de mi cara. Lo demás lo recuerdo en nebulosa. Se que me levanté y fui a casa. No me sentía bien. Tenía los sentidos atrofiados. No coordinaba mis pensamientos. La visión se me nublaba. Mis piernas temblaban. No sé como llegué a mi cama, pero al tumbarme sobre ella todo se movía. La habitación comenzó a girar a mi alrededor. La cama no paraba de dar vueltas y sentí que un río inmenso estaba a punto de explotar en mi boca saliendo de lo más profundo de mis entrañas. Expulsé todo el agrio y asqueroso contenido que se agolpaba en mi garganta. Vomité sin parar inundándolo todo. Grité con toda mi fuerza. Lloré y sentí que todo se derrumbaba a mi alrededor. Aquel sabor asquerosamente ácido quemaba mi garganta, mi lengua, mis labios… No soportaba aquel olor que me envolvía. La cama seguía girando sin parar. Yo me agarraba con fuerza a la pared pero ésta también giraba a gran velocidad. ¡Mamá, mama, para la cama!, ¡Para la cama mama! ¡¡Párala!! Todo se volvió oscuro y caí en un profundo pozo al que jamás he querido volver.

Abro los ojos saliendo de mis recuerdos. Tu mirada fijada en la mía. Relajado te sonrío y tú me devuelves una maravillosa y plena sonrisa. Sé que no sabes a que recóndito lugar de la memoria viajó mi presente. Sé que no comprendes porque no quiero beber más de dos copas de vino en nuestra boda, pero también siento que te alegras por ello. Cruzamos nuestros brazos, rozando nuestras copas. Nos besamos. Un flash inmortaliza este momento mientras nos sumergimos en el sagrado sabor del líquido elemento que nos ofrece el “sabroso vino de Icod” para mí ya eterno.
LANGE AGUIAR

22 ene 2009

OLORES


PERFUME A MADERA, OLOR A SERRÍN

12 años, solo doce años y allí estaba frente a la puerta de la carpintería de Don Fernando. Mi madre a mi lado. Yo nervioso, enfadado, triste. Había perdido la gran oportunidad de mi vida:

- Su hijo vale mucho doña Mercedes, es el mejor de mi clase, El Ministerio Nacional de Educación lo ha seleccionado para una beca especial. Podrá seguir estudiando interno, entre los mejores de la isla, en el Centro de Enseñanzas Medias del Norte.

Yo sonreía. Mi madre lloraba. Su cara se iba tornando pálida. Su rostro sombrío. Respiró profundamente antes de hablar. Su respuesta, corta y sentenciadora, produjo un trueno en mi cerebro:

- No podrá ser don Joaquín, mi hijo empieza mañana a trabajar de aprendiz en la carpintería. Necesitamos su sueldo. Me he quedado sin mis 3 hijos mayores y sin mi marido. El chico es lo único que me queda en casa para conseguir algunas perras y dar de comer, aunque sea un poco, a sus cuatro hermanas y a su hermano más pequeño. Lo siento mucho. De verdad que lo siento mucho.

Sentí un fogonazo en mi corazón. Me partió el alma. Lloré de impotencia, tragándome las lágrimas. Tan mal me quedé que no fui consciente de lo que estaba pasando a mi lado hasta un buen rato después.

Mi madre me cogió de la mano, y casi arrastrándome, salió conmigo a toda velocidad del colegio. En la primera piedra del camino que pudo sentarse, descansó. Respiró profundamente. Me puso entre sus piernas y me abrazó con mucha fuerza, casi hasta asfixiarme. Sentí su llanto. Oí sus gemidos. Respiré su impotencia y frustración y volví de pronto a la realidad. ¡Ella tampoco estaba de acuerdo con lo que estaba pasando. Ella, mi madre, mi adorada y tierna madre, estaba también sufriendo por mí, por su soledad, por su hambre compartida!

Allí mismo, con el rostro empapado, no por mis lágrimas, sino por las de mi made, me juré que sería el hombre de la casa. Que ya no lloraría nunca más. Que tenía que sacar adelante a mi familia. Que tenía que ayudar a mi madre a afrontar la cruel realidad en la que mi padre nos había dejado cuando marchó a Venezuela años atrás y nos había olvidado unos años después. Mis hermanos mayores ya no estaban con nosotros. El mayor se había ido a buscar a mi padre y se casó allí. Otro se había casado, por poderes y también emigró a Venezuela con su suegra. El tercero de mis hermanos, estaba haciendo la jodida mili hacía un par de meses y nos habían dejado sin su sueldo. Odié en ese momento todo lo que tenia que ver con el ejército. Aún hoy, casi cincuenta años después, me dura ese sentimiento.

Animé a mi madre. Yo también la abracé con todas mis fuerzas. Quería que se calmara, que no sufriera más por mí:

- No pasa nada mamá, Ya habrá otro momento para estudiar. Ahora toca trabajar. Estoy preparado. Mañana empezamos. Tú me llevarás al lugar y me presentarás a Don Fernando el carpintero. A mi me gusta el olor de la madera, su perfume. La estela que deja el serrín en el suelo. Seré un buen aprendiz mamá. Ganaré mucho dinero para ti. Tendré mucho cuidado por ti y mis hermanos. Te quiero.

Entramos en la carpintería. El olor de la madera, del serrín de riga vieja, de las virutas del pino canario y de las estillas de tea se mezclaban en el denso aire del lugar, embriagando mi olfato. Ese olor marcaría mi adolescencia y me acompañaría toda mi vida.

Por eso hoy, camino del colegio, y por hacerle caso a una de las diabluras de mi mente, decidí dar un rodeo. Un largo rodeo. Quería sentir de nuevo el aire viciado de la carpintería del viejo Fernando. Oír el vibrar de su antigua sierra, Oler su fragancia. Sentir en mis pulmones el aire viciado de la madera trabajada que marcó para siempre mi futuro, y cambió el rumbo de mi existencia.
LANGE AGUIAR

19 ene 2009

DESPERTAR



SONIDOS DE VIDA. MÚSICAS DE SILENCIO

Abro los ojos pesadamente. La verdad es que no deseo abrirlos. Me gustaría seguir sintiendo, experimentando, ¡soñando!… que te escribo una carta que no llegará a ningún correo. Quiero seguir hablando contigo, ¡TÙ, eterno amigo de mis sueños!, pero la realidad me devuelve la conciencia del tiempo presente. El despertador de mi teléfono móvil, ese infernal invento al que nos hemos sometido tan rápidamente, suena con una música de ABBA, música de otros tiempos ya pasados, pero que a mi me gusta recordar o sentir que sigue vigente. Es el sonido que me recuerda que tengo que levantarme para realizar las tareas diarias que me obliga mi labor como docente.

Me cuesta levantarme. Me duele el cuello. Siento húmeda las sábanas, por el exceso sudor de la noche, algo movida, que experimenta mi cuerpo cada vez que tengo ese sueño recurrente de cartas y letras de fuego. El bello rayo de luz que entra por la ventana de mi habitación me hace sentir la plenitud del día que nace. De la belleza que tiene cada amanecer. De la lucha permanente entre la vida y la muerte; entre el ocaso y el nacimiento; entre las sombras de la noche y la luz del nuevo día que empieza; entre mi corazón y mi mente…

Respiro con fuerza. Mis músculos se oxigenan y doy gracias por seguir vivo, por seguir viendo, por seguir moviéndome, sintiendo la energía fluir por mis venas, experimentando un nuevo amanecer. Me levanto lentamente. Me acerco a la ventana a saludar al astro rey. Hace mucho tiempo, no recuerdo ya el día que empecé, realizo esta misma acción: corro las cortinas, miro al horizonte y, emocionado y con respeto, observo, a veces venero, el nacimiento de la esfera de luz que emerge triunfante de lo más profundo del mar de mi isla.

Agudizo los sentidos y mis oídos escuchan el hermoso canto de los pájaros que se cobijan en el bello cedro que existe en mi pequeño jardín. Ellos, como cada amanecer y cada atardecer, saludan y despiden al dios sol. Es un ritual diario al que no puedo ni quiero faltar. Una conexión extraña, invisible, pero real, me une a ellos en su canto. Mi alma se eleva y me mente se aquieta sin escuchar pensamientos, sin oír mis propias voces que hablan conmigo. Solo siento sus cantos que se funden con mi canto interno y curiosamente, es la música que me hace viajar por el silencio que en otros lugares busco y no encuentro.

Un intenso olor que penetra por mis sentidos, ahogando mi olfato, me dice que ya está el café a punto de ser tomado, que tengo que apurarme para salir al trabajo. Es la ventaja de vivir en esta sociedad moderna y tan avanzada, con esos relojes automáticos que lo programan ya casi todo., incluso a veces nuestras propias decisiones. Me lo tomo lentamente, saboreando su sabor. Me ducho con prontitud, me visto y con la sonrisa dibujada en mi cara salgo a vivir un día nuevo en el colegio, a tratar de interiorizar en mi ese presente, ¡dicen!, siempre eterno.
El ruido de la calle me lo hace un poco difícil, pero sigo luchando, intentando no alimentar las diabluras de mi mente.
LANGE AGUIAR

10 ene 2009

SUEÑOS



LETRAS DE FUEGO
Me encontraba allí en mi habitación que no era la mía, extrañamente volátil, sin sentir mi cuerpo. Con una pluma en mi mano como incrustada en el tiempo y doliente entre mis dedos. Escribía sin parar. Me sentía respirar, vibrar entre las letras, sumergido en un amarillento y pegajosos papel rescatado de un inexistente fuego.

Escribía a alguien, al que no recuerdo su rostro, pero sí su nombre: “Antes que nada quiero pedirte perdón Juan. Pedirte que me disculpes porque quizás aquella noche cuando estuvimos hablando no dije todo lo que tenia que decir. Por un lado quería hacerlo, pero por otro lado había algo en mi garganta que me impedía pronunciar las palabras adecuadas para expresar mis emociones, algo muy raro en mi...

Me has preguntado varias veces porqué quiero marcharme, porqué quiero irme de este planeta, y yo no he tenido la suficiente fuerza para decir toda la verdad. Me preguntaste qué me pasaba, que me notabas ausente y tampoco te dije toda la verdad. Ahora, escribiendo esta carta me tiemblan las manos porque no se como vas a reaccionar al leer todo esto, y eso me llena de incertidumbre y zozobra. Pero creo que es necesario que me desahogue, que libere mis emociones de este suplicio y a mi mente de este constante pensamiento. Ya se que mi alma y mi corazón se sienten seguros de lo que sienten, de cuales son las verdaderas razones de este sentimiento puro, noble y eterno que experimento al interior de mi cuerpo. Se que, además este sentimiento es compartido y que ese amor supera el tiempo de la tierra. Sabemos, intuimos, experimentamos que esa amistad es para siempre y que nos sentimos unidos a pesar de las distancias, los tiempos o los lugares que estemos o que tardemos en vernos. No es casualidad que nos definamos como amados amigos eternos. Sabemos con seguridad que cuando nos necesitamos uno del otro ahí estamos y que seguramente en algún momento haremos grandes cosas juntos, pero no se si será en este espacio tiempo que ahora no recuerdo.

Una vez te conté parte de mi vida, sentí la necesidad de hacerlo. Esa parte de mi vida que a veces me limita o que a veces no se si entiendo lo suficientemente. Esa parte de mi vida emocional, corporal, terrenal... que me marca y me hace ser tan humano, tan loco, tan visceral o pasional. Esa parte de mi vida que a veces reprimo, y que me cuesta controlar, pero que tanto me ha aportado en mi aprendizaje vital

Me he propuesto en la vida aprender de todos y de todo. Estar con los ojos bien abiertos. Buscar la verdad de cada cosa que escribo, en cada letra que leo, en cada beso que ofrezco.

Se me nubla la vista. Tu nombre se borra abrasado por el fuego. Quiero salir de la carta, que no me quemen sus letras de fuego. Grito por no poder salir del papel que me oprime la garganta. Abro lo ojos y un sudor frío recorre mi cuerpo humedeciendo la cama en la que duermo.
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