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16 feb 2009

SILENCIO



El TODO o la NADA


Cierro los ojos. Me duelen estos pensamientos. Son ruidos de mi mente que producen vértigo y me marean. Cojo mi cabeza. Tapono mis oídos y nada, sigo con mis ruidos. Voces que ordenan. Verbos que producen huellas. Palabras que se encasquillan en los recovecos del cerebro. Pensamientos que labran barrancos por los que fluyen desbocadas mis emociones buscando el mar que las calme. Siento explotar en mi boca racimos de letras inconexas, desperdigadas, buscando el sentido una tras otra y no lo encuentro. Se desparraman ante mi y no se como controlar sus ritmos, sus tiempos, sus reglas.

Libero mis manos de la presión que ejercen en mis oídos. Siento dolor por su fuerza. Apoyo mi cabeza en el respaldo de mi cómodo y viejo sillón, el mismo con el que tanto viajó, creó mi madre y mojó con lágrimas que solo ella comprendía. Siempre pensé, secando sus lágrimas, que era por sentir la ausencia de los no presentes, por aquellos que habían partido a la mejor habitación de su casa más ansiada. Ahora soy yo el que estoy aquí sentado. Con la cabeza apoyada y la boca entreabierta tratando de secuestrar con dificultad el aire y encerrarlo para siempre en mis cansados pulmones. Pero él se empeña en salir siempre y vuelvo otra vez a buscarle para encerrarlo de nuevo. Se que algún día va a cansarse y no volverá a querer entrar y yo no haré nada para irlo a buscar.

Con mucho esfuerzo abro los ojos y el blanco del techo me hace daño. ¿Dónde estoy? ¿Qué siento? ¿Quién Soy? Respuestas que no encuentran palabras. Pensamientos que buscan recuerdos en el vacío, en la nada. Verbos con órdenes que buscan despertar imágenes dormidas y que cuando débilmente surgen se difuminan por los miles de pasillos del gigantesco laberinto en el que me encuentro. Un frío intenso me recorre el cuerpo mientras un enorme ruido se instala en mi mente. Un río descontrolado baja por los surcos de mi curtido rostro. ¿A dónde van a desembocar tantas lágrimas? ¿porqué nadie hay que las seque y acaricie mi cara?

No puedo mover el sillón. La cabeza no responde a la orden de alzada. Mis brazos no pueden secar mis lágrimas y siento el mar desbordándose bajo mis nalgas.

¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿por qué nadie responde a mis llamadas?
¿de donde surge este ruido que no identifico con ningún sonido y ninguna palabra? ¿de donde viene esa luz que inunda el techo, me acoge, me eleva y me lanza a una No Nada. Vuelvo mi rostro hacia el suelo y me veo allí con mis ojos abiertos y sintiendo como el aire ganador ya no encuentra su familiar entrada.
LANGE AGUIAR

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