Sentir tu vientre; respirar tu aire;
alimentarme de tu existencia;
escuchar en lo más hondo de mis oídos tu voz
diciéndome te amo;
nadar en tus aguas internas,
aguas con las que navegar en la tierra.
Mamá sé que estás en cada paso de nuestras vidas,
que nos sigues acariciando,
arropando, cuidando,
amando desde el Infinito universo
por el que viaja tu alma.
Hoy decirte al oído quiero:
“gracias por todo y por tanto.
Gracias por amamantarnos
y ofrecernos lo mejor en cada momento.
Gracias por llorar con nosotros.
Gracias por cuidarnos
y dejarnos las huellas del sendero
que nos ibas marcando.
Gracias por tu sonrisa y tu tristeza
guardada en tu alma templada,
para no herir a nadie con innecesarias palabras.
Gracias por tu valentía, por tu heroicidad,
por tu entrega a cada hijo, a cada hija,
a tus nietos en el despertar del alba.
Gracias mamá por saber estar
en cada recodo del tiempo que tú nos guardas.
Te amo como tú sabes amarnos;
sé que nos encontraremos
en una mañana sin tiempo,
sin reglas, sin espacios,
sin que nos limite la nada.
Besos del tiempo que no acaba
porque siempre estás subida,
viajando por el infinito universo
en una nube llamada esperanza”.
(c) Lange Aguiar. Canarias.
