Esta narración o cuento de Anthony Melo me hizo reflexionar sobre nuestro EGO, que existe y está en nosotros.
EL CIENTÍFICO Y LA MUERTE (De la La oración de la rana de Anthony de Mello)
Había una vez un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción.
Un día se enteró de que andaba buscándole el Ángel de la Muerte, y entonces hizo doce copias de sí mismo.
El ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo.
Pero no por mucho tiempo, porque, como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió una ingeniosa estrategia.
Regresó de nuevo y dijo: "Debe de ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo; sin embargo, he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto".
El científico pegó un salto y gritó: "¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?".
"Justamente aquí", respondió el ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo. "Todo lo que hace falta para descubrir al 'ego' es una palabra de adulación o de crítica".
MI REFLEXIÓN:
El Ego, tan necesario pero tan volátil,
tanto nos ofrece como nos lo quita,
tanto nos identifica como nos niega,
tanto nos encumbra, como nos destroza,
tanto lo amamos que nos puede hacer daño,
tanto lo abrazamos que nos oculta
o nos deja desnudos
frente a nuestra existencia
en este planeta.
Abrazos
Lange Aguiar