ELEGÍA A PEPE ALONSO

UN POEMA QUE DEDIQUÉ A UN GRAN AMIGO QUE SE FUE HACE YA OCHO AÑOS. 

HUELLAS DE VIDA ETERNA

Amado amigo Pepe Alonso,

experimento en el ahora
la emoción del dolor de tu ausencia;
lo experimento en lo físico,
en mi pensamiento,
en mi mente...
pero el corazón me grita
que sigues presente
en cada una de tus huellas,
de tus palabras,
de tus acciones...
porque cada una de ellas
hablan de amor,
expresan entrega,
transmiten solidaridad
y reflejan el rostro divino del padre
a través de cada uno de tus gestos.

La confianza va mas allá de tener fe.
La confianza es sentir la fe.
Yo confío en Dios y en la vida eterna
no lo dudo, no lo creo por decreto,
ni por dogma...
lo creo porque lo siento,
porque confío,
porque somos parte de su esencia.

Amado Pepe,
también es cierto que ahora
no quiero negarme la experiencia
de sufrir por el dolor
del llanto de los que te queremos
al irte de este planeta;
de vivir el apego a tus recuerdos,
a lo compartido, a lo aprendido,
a lo aportado contigo...

También es verdad

que si me escucho de verdad
siento en mi corazón
que tú estás vivo...
que sé que estás compartiendo
la alegría de estar con el padre,
que quieres que ese sentimiento
sea lo que nos una...

Sé que quieres que sintamos,
no la tristeza de tu muerte
para vivir eternamente
sino la alegría de tenerte
como ejemplo de vida,
como expresión de fe
encarnada en la tierra
como modelo y referencia
de alegría y entrega.

Sé que quieres que lo hagamos
en cada unos de los actos cotidianos
de nuestra existencia
porque nos transmitiste, desde tu vida,
que cada uno de nosotros
somos hijos del mismo padre
encarnados para sentir y vivir el amor pleno
en la limitación de la materia.

Gracias amado Pepe Alonso
por hacernos sentir la fe
sin dogmas ni creencias.
Tú, y eso lo sé con certeza,
sonríes ahora en medio de nosotros,
porque experimentamos,
en cada uno de los abrazos que nos damos,
el amor de tu presencia.
Gracia, gracias, gracias.
Feliz regreso a tu eterna casa.
(c)Lange Aguiar