AUTOFLAGELACIÓN
CENTELLEANTES,
persistentes,
furiosamente
martillean
los golpes,
malolientes por viejos,
en mi cerebro.
Recalcitrantes...
duramente estoy sintiendo
mis propios manotazos crueles
que desgarran mi piel por dentro.
Las borrascosas y penetrantes
nubes de hiel
que nutren mi boca,
van pudriendo
definitivamente
mi derredor ya deshecho...
Sin saber cómo
mi cuerpo
se va despedazando
en miles de partículas
de carne
que, desesperadamente,
huyen
al ver la desintegración
infinita,
lenta y monstruosa
de un ser asquerosamente
auto-ultrajado
y terriblemente humillado.
Escena de horror
por no enfrentarse
a su interno roedor
asqueroso
y animal
fieramente raposo.
Lange Aguiar (1973)