Sé que es un eterno viaje
de mis recuerdos
que se convierten
en instantes eternos
del vivido tiempo.
Cuarenta años han pasado desde esta imagen
y mi momento presente.
Te observo en la distancia
donde no existe el tiempo.
Estabas allí,
agarrado de mi mano,
viajando conmigo,
acompañando mis huellas
del camino.
Me diste vida, alegría
y en ese viaje a Madrid
formaste parte
de la historia
de muchas almas
que eran familia
de la vida compartida.
Alegraste, enamoraste,
con tu sonrisa y amor,
a Jesús y Julia,
a Chechu, Julio, Tomás
y a la tía Emilia.
Tu mano
me daba seguridad
de sentirme padre,
amigo, y compañero
de viaje del camino
elegido.
Te observo hoy
y siento
que nuestro aliado
es el propio universo
que da sentido a la vida
que elegimos
y que es la expresión
de nuestra Esencia
de Agua
en sus gotitas divinas.
Te amo Hijo
hoy y siempre.
Lange Aguiar
